Aunque ir al cine suele ser divertido, también tiene algunas cosas malas. Por ejemplo, no se puede detener la película para ir al baño, las butacas no siempre son confortables en todas las salas, y con un poco de mala pata, coincides con un grupo de niños armando escándalo que no siempre saben estarse quietos. En estos casos, un proyector en casa nos brinda la solución: una pantalla bastante grande, poder detener la película cuando se quiera y elegir uno mismo el público. Lo único es que la costosa lámpara del proyector se gasta demasiado rápido...
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