Con los peces pasa como con las personas: mientras que algunos son de los madrugadores, otros no están bien despiertos hasta la noche. Lo malo es cuando los ritmos de los peces y sus dueños no van al unísono. A los amantes de los acuarios de actividad diurna que se deciden, por ejemplo, por un siluro de hábitos nocturnos, les espera o bien un sueño inquieto o bien un pez hambriento.
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